Normalmente, cuando vemos a un niño jugar, lo único que observamos es que está haciendo una actividad que le resulta relajante y divertida. Lo más seguro es que, en la mayoría de los casos, así sea, pero los juegos también desempeñan un papel muy importante en el desarrollo de tu hijo. Mediante los juegos, tu peque adquiere habilidades que serán esenciales en su vida.
¿Por qué es tan importante jugar?
Cuando juega, tu hijo explora la zona, se relaciona con otras personas y aprende a imitar los comportamientos de los adultos. Para educar a nuestros hijos en un entorno estable y socialmente sano, es muy importante que les demos la máxima libertad posible para jugar, sobre todo mientras están en edad preescolar.
Los beneficios físicos de jugar
Jugar, correr y montar en bicicleta son actividades que ayudan a los niños a gastar energía. Además, con ellas aprenden a coordinar los movimientos corporales, sopesar los riesgos a los que se exponen y entender conceptos más abstractos, como puede ser anticiparse al resultado de una acción. Para disfrutar de los beneficios de jugar, los niños necesitan llevar ropa cómoda que les dé libertad de movimiento. Olvídate de vaqueros, vestidos con adornos o zapatos elegantes y opta por ropa de niños cómoda y funcional. Partiendo del punto de vista de la biología, el ser humano necesita estimulación física desde que es pequeño para desarrollarse correctamente.
El sistema vestibular nos ayuda a mantener el equilibrio y nos permite ser conscientes del espacio que nos rodea. Se desarrolla cuando lo exponemos a una amplia variedad de movimientos corporales de diversa velocidad y amplitud. Dicho de otro modo, son los movimientos que realizan los niños cuando corren, saltan, escalan, dan volteretas, se revuelcan… cuando juegan, en definitiva. Pueden parecer agotadores desde fuera, pero esa forma de jugar desempeña un papel básico para el correcto desarrollo del sistema vestibular de los más pequeños.
Hoy en día, los niños pasan un montón de tiempo sentados, ya sea viendo dibujos animados en una tableta o en la televisión, o en el colegio y la guardería. Numerosos estudios constatan el vínculo entre la falta de ejercicio y los problemas de estabilidad en edad escolar.
La falta de actividad física no solo perjudica el desarrollo del sistema vestibular, sino también la resistencia física general del niño.
A menudo, se confunde la agitación de los niños en edad escolar con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cuando el motivo recae simplemente en la ausencia de estimulación física. Vivimos en un mundo centrado en conseguir logros académicos desde edades muy tempranas, y parece que hemos olvidado cómo se desarrolla el cuerpo humano.
Los beneficios sociales de jugar
Las crías de los animales, tan pronto como empiezan a andar, se pasan la mayor parte del tiempo jugando. De este modo, aprenden a cooperar, a tolerarse los unos a los otros y a crear sus jerarquías sociales. Ponen a prueba su capacidad de reacción, su nivel de atención y su coordinación. Al igual que ellos, los niños humanos necesitan aprender las mismas cosas para aprender a gestionar las interacciones sociales que tendrán más adelante.
Décadas atrás, los niños jugaban sin que los adultos estuviesen pendientes de ellos en todo momento. Pasaban menos tiempo en el colegio y casi no tenían actividades extraescolares. Todos recordamos aquellos tiempos sin preocupaciones en los que salíamos a jugar con la pandilla de niños de nuestro barrio.
Además de buenos recuerdos, esa libertad nos dio la oportunidad de aprender a tratar con otras personas. Negociábamos quién debía ser el portero, y aprendimos a resolver conflictos por nosotros mismos y a pedir ayuda cuando la necesitábamos.
Cuando juega sin ataduras, tu niño tiene el control completo de su vida y toma sus propias decisiones. Los niños necesitan poner en práctica estas habilidades para algún día llegar a ser adultos independientes y emocionalmente estables, así que debemos darles libertad.
Todos queremos darles a nuestros hijos la mejor infancia posible, pero las actividades educativas no son las únicas que aportan las herramientas que necesitarán en el futuro. Dejarles jugar con libertad es tan importante como las actividades del colegio o de preescolar.
Organiza el horario de tus hijos para que puedan disfrutar, al menos, de 2 horas de juego al aire libre al día. Prioriza este tiempo frente a las actividades educativas, por lo menos durante sus primeros años de vida. Vístelos con ropa cómoda y deja que exploren, escalen y se embadurnen.
¿Cómo consigues que tu peque tenga tiempo suficiente para jugar?